lunes, 28 de noviembre de 2011

Testigo Ocular




Desperté con la buena noticia de que por fin era sábado, el día que normalmente acostumbró navegar desde temprano, y más de lo normal… en plena  resaca del  día Internacional contra la Violencia hacia la mujer, seguramente habría muchas cosas que pescar.

En el mar de información sobre los acontecimientos ocurridos un día antes, me encontré con el artículo, ViolenciaUniversal. La persecución que sufren las mujeres requiere una determinacióntotal y global que si bien se refiere a la condición de la mujer en España, trata la violencia machista como un fenómeno mundial en el contexto de las sociedades modernas.

Este artículo me hizo recordar que en Latinoamérica un sin número de artistas, desde la literatura, el cine, el periodismo cultural, han traducido al arte hechos violentos suscitados en su contexto sociopolítico cultural. 

Algunos artistas, especialmente mujeres, utilizan su cuerpo como metáfora que establece relaciones simbólicas con el arte corpóreo y la representación de la violencia hacia la mujer.

Es cierto que la relación entre arte cuerpo y violencia es pocas veces abordado por el mainstream; sin embargo, me parece importante visualizar estos temas, ya que la sociedad actual cotidianamente está permeada por actos violentos, generados desde el vinculo familiar, algunas instituciones del Estado, como el ejército, la policía, las fuerzas de seguridad pública, además de la violencia ejercida desde el crimen organizado.

De ahora en adelante seré un "Testigo ocular" del trabajo que llevan a cabo estos artistas, quienes a mi parecer son "sospechos" por denunciar en sus obras la violencia en las sociedades contemporáneas, además de que se atreven a dar testimonio de todo aquello que escapa de los medios de información tradicionales.

Como buen testigo ocular utilizaré este espacio para crear un vínculo dialógico con todo aquel que esté interesado en estos temas. Desde mi mirada, obviamente subjetiva, de testigo protegido por el anonimato, que me permite el Internet, estaré publicando periódicamente información relacionada con los ejes cuerpo, arte y violencia.


En esta primera entrada les dejo una ponencia presentada en Octubre en el contexto del V Congreso Internacional de ciencias, Artes y Humanidades. El cuerpo descifrado "Las prácticas corporales en la búsqueda de la belleza"


Apariencia desnuda: la resistencia del cuerpo femenino en el contexto artístico


La transformación del cuerpo femenino es un sitio desde el cual es posible abordar y comentar fenómenos sociales y políticos. El cuerpo es un vehículo metafórico de información codificada, es un mapa que puede ser analizado y desmembrado, y encara nuevos niveles de significación.
Lorena Wolffer, 2009

La sociedad contemporánea es quien ha visto nacer lo que se conoce como arte de lo corpóreo, un arte donde el cuerpo es el tema, el lienzo y es, a la vez, sujeto y objeto.  “En el arte de la segunda mitad del siglo xx se ve cómo el cuerpo ha pasado de ser protagónico no sólo en la pintura y la escultura sino de nuevas formas de creación, el performance, el body art, el fluxus o el happening ” (Echeverri, 2003, p. 36). Las producciones de las nuevas artes visuales no se inscriben sólo en el nivel de la representación, sino que incluyen críticas y reflexiones sobre lo que significa el mundo actual.

“El retorno al cuerpo de finales del siglo xx ha entendido a aquél como una noción abstracta: más que la realidad del cuerpo –aunque lo real está también presente–, lo que importa es su apariencia, lo externo, el maquillaje y, en su caso, su imagen virtual, pero también su capacidad de ser objeto real y, a la vez, simbólico, de feroz devastación” (Guach, 2000, p. 74).

Actualmente, más que en cualquier época histórica, el arte corpóreo en Latinoamérica ha recobrado una significación importarte: cada día se generan nuevos mensajes con posturas críticas en torno de distintas coyunturas. En países como Nicaragua, Guatemala, México, Colombia y Chile, entre otros, el discurso de resistencia y protesta en el arte actual ha sido una constante en la producción creativa llevada a cabo por mujeres.
            Es interesante destacar que, desde sus inicios, el arte corpóreo de resistencia ha sido una tarea ejercida principalmente por y desde la perspectiva de las mujeres, quienes durante muchos años han luchado por obtener los mismos derechos que el sexo opuesto, y se encuentran en constante búsqueda de la emancipación de todo aquello que las sitúa en un lugar subordinado.
            La tendencia de los discursos oficiales es delegar a la mujer un papel subordinado, incluso –como lo sugiere Olivier Reboul en el texto Lenguaje e Ideología (1986) –, tanto en francés como en español el vocablo “hombre” se utiliza para designar al conjunto de seres humanos, como si la mujer tuviera menos representatividad en la humanidad que el varón. El autor cuestiona “¿No es la lengua espontáneamente racista, sexista?”, en principio, la lengua es parcial, los sujetos no tienen la libertad de hacer uso de ella para dar a conocer lo que desean y la manera como lo quieren decir, ya que están restringidos a referirse a ciertos términos y su significación. Esta predisposición se rompe en el discurso artístico, encarnado en el arte corpóreo con crítica social, el cual no está circunscrito a ningún paradigma sino únicamente a la vasta creatividad, en este caso, de las mujeres artistas.
            En la historia del arte también se ha diferenciado entre artistas mujeres y hombres, desde en la manera como se aprecia la obra hasta en el valor social y la legitimidad que se les otorga. En los países latinoamericanos fue hasta la década de los sesenta que la mujer ocupó a la par de los hombres un lugar de reconocimiento en el campo artístico, como consecuencia de su participación en los movimientos sociales de 1968. En muchas sociedades se han replicado las discrepancias de género en el devenir histórico, siguiendo la idea de los roles establecidos. De modo que se ha situado a la mujer en un plano inferior y dependiente. Algunos de los argumentos para acentuar, justificar y legitimar tal desigualdad han sido las diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres; un ejemplo de ello es el discurso cotidiano, que constantemente recurre a calificar a las mujeres como el “sexo débil”.
A lo largo de la presente ponencia se enfatiza el arte corpóreo desde la perspectiva de mujeres artistas con el propósito de dar a conocer el trabajo de un sector que ha sido excluido a lo largo de la historia del arte. En Latinoamérica, dichas artistas utilizan su cuerpo como portador y productor de imágenes, y crean un lenguaje y una comunicación con el propósito de dar a conocer todo aquello que escapa de los discursos cotidianos y del tiempo, pero que está grabado en la memoria colectiva.
Cabe destacar que las imágenes generan nuevas perspectivas del mundo, especialmente las que provienen del cuerpo son metáforas que expresan en sí la idea total del ser humano. Es en el cuerpo humano donde se dan todas las formas de represión, pero también es mediante éste que se elaboran propuestas de resistencia.
En el continuum histórico y en distintas culturas hay una marcada inclinación de valorar a las mujeres  a partir de su apariencia física. En las obras que se exponen en esta ponencia, se enfatiza la sobrevaloración de los sentidos corpóreos que las mujeres utilizan para la satisfacción y el servicio del supuesto gusto masculino. Existen piezas artísticas, en respuesta a la problemática del fetichismo en torno del cuerpo femenino, que tratan la concepción de la mujer en la sociedad y la cultura occidental, dominada por el falocentrismo y por la ideología judeocristiana.
El discurso visual que proponen estas artistas también hace evidente la paradoja existente entre lo pornográfico como uso mayoritariamente masculino y la propuesta de exhibir la transgresión del cuerpo femenino en un contexto artístico. Aunado a esto, las artistas elaboran en sus piezas una crítica de la industria pornográfica y publicitaria en las cuales predomina la ideología misógina. Es importante considerar que en muchas ocasiones la pornografía y la publicidad parten de la humillación y agresión de género: la imagen femenina únicamente se reduce a ser un objeto de consumo, placer y espectáculo.
            Como ejemplo significativo de los efectos que ha generado la cultura del espectáculo y el consumo de la imagen del cuerpo femenino, desde la mercadotecnia, se encuentra el caso de la norteamericana Cindy Jackson, quien según el Record Guinnes (2008) tiene el mayor número de cirugías estéticas[1] en el cuerpo femenino.


(Imagen 1. Proceso quirúrgico de Cindy Jackson)

Cindy Jackson se ha realizado múltiples modificaciones en el cuerpo con la finalidad de emular la imagen del diseño original de la muñeca
Barbie. La propia Jackson, en su autobiografía, declara: “Cuando yo tenía seis años mis padres me compraron una muñeca Barbie, que sirvió para alimentar mis fantasías escapistas. En mi imaginación soñaba con una vida feliz y atractiva para mi muñeca. A través de Barbie pude vislumbrar un destino alternativo”.[2]
            Sin duda, el modelo estereotipado de Barbie ha logrado estandarizar de alguna manera los parámetros de belleza de cuando menos cinco generaciones. Al respecto, Graciela Sánchez Guevara comenta: “Las Barbies, desde hace 50 años, han formado parte de la memoria cultural de las niñas en todo el mundo […] este tipo de muñecas han marcado un estilo de vida y de estética femenina” (Sánchez, 2011:418).
       Ante este constante fenómeno de estandarización de la belleza femenina, en diferentes culturas y periodos históricos, un ejemplo artístico de resistencia  fue el trabajo de la artista mexicana Marianna Dellekamp, con la pieza Antropología del cuerpo moderno (1999).[3]  En dicha obra se mostró una serie de fotografías de gran formato de cuerpos femeninos que fueron modificados digitalmente por la artista, de acuerdo con que las mujeres fotografiadas en esta secuencia, deseaban cambiar en su físico. Cada una de las imágenes estaba acompañada de citas textuales tomadas de revistas, estudios médicos, psicológicos y frases publicitarias. “El procedimiento de Dellekamp al digitalizar el implante y tomar al cuerpo real como materia bruta o soporte sobre el cual intervenir, es ni más ni menos el proceso técnico con que opera en la actualidad cualquier proceso de remodelación”.[4]



(Imagen 2. Marianna Dellekamp, Antropología del cuerpo moderno (1999). Muestra de tres de las diez fotografías que comprenden la secuencia original)

Al finalizar esta secuencia, Dellekamp muestra la figura de una muñeca Barbie, que como se ha mencionado anteriormente, ha formado parte de la construcción imaginaria del prototipo ideal de las niñas-mujeres en diversas culturas durante décadas. Esta pieza artística es una muestra de la diversidad de aproximaciones críticas al modelo de belleza femenina establecido.
            En la conceptualización de su obra, la artista nicaragüense Jessica Lagunas tiene como constante la reflexión y la crítica hacia el papel de la mujer y los prototipos de belleza inspirados en la mercadotecnia contemporánea. En el conjunto de su producción artística conceptualiza no sólo el cuerpo físico, sino también la imagen femenina, y constantemente hace alusión a los clichés en torno a la feminidad. Lagunas realizó una serie de videos con el propósito de cuestionar los “rituales” que una mujer realiza en busca de una belleza mediática. En cada una de las acciones se muestra a la artista aplicándose de manera excesiva durante una hora, maquillaje en los ojos, en la boca y barniz en las uñas de las manos. Respecto de sus videos, la artista comenta:

“En nombre de la belleza la mayoría de las mujeres se maquillan, arreglan su cabello, sus uñas, se depilan, hacen dieta, fijan su nariz y sus senos… En este video, junto con rituales de belleza de la mujer en forma exagerada, se reflejan las presiones impuestas por la sociedad de hoy”.[5]
(Imagen 3. Jessica Lagunas, Fragmento del video, Para verte mejor, 2005)

(Imagen 4. Jessica Lagunas, Fragmento del video, Para besarte  mejor, 2005)

(Imagen 5. Jessica Lagunas, Fragmento del video, Para tocarte mejor, 2005)

Un ejemplo más de los ejes cuerpo, arte, belleza, es el trabajo de la artista mexicana Adriana Calatayud. Con la utilización de técnicas digitales hizo un recorrido por la historia para dar cuenta del valor y la esencia del cuerpo humano. En sus obras trabaja además con los ejes informáticos-referenciales de la fotografía tradicional. En la serie fotográfica Torturas voluntarias (2008), Calatayud llevó a cabo un ejercicio crítico de las “transformaciones” estéticas que las mujeres infringen a sus cuerpos. A partir de la superposición de dibujos de aparatos de tortura renacentistas y fotografías de un cuerpo femenino dio cuenta de las “torturas” actuales; por ejemplo, de las cirugías plásticas, que las mujeres se infringen voluntariamente para ir de acuerdo con una supuesta idea social, generalizada, que determina lo que se necesita hacer para alcanzar una imagen corpórea ideal.
 (Imagen 6. Adriana Calatayud. Torturas voluntarias, 2008)


Asimismo, en 2007, la artista guatemalteca Sandra Monterroso llevó a cabo el videoperformance, Deformación #33, donde se trató la violencia psicológica y física generada a partir de los estereotipos y los cánones de belleza en diversas culturas y periodos históricos. En esta pieza, se colocó sobre la cabeza de una mujer embarazada un objeto similar al que se utilizaba en las antiguas culturas mayas para deformar el cráneo como símbolo de belleza. La obra anterior, mediante el proceso performativo, motiva a reflexionar en torno a la transgresión que sufrieron los cuerpos como en la búsqueda de cumplir con los parámetros de una supuesta perfección estética establecida dentro de los códigos de belleza de las culturas ancestrales.


(Imagen 7. Sandra Monterroso, Deformación #33, 2007)

Continuando con la lógica de exposición que se ha planteado, se presenta el trabajo de la artista, también guatemalteca, Regina José Galindo. En 2005, Regina realizó el performance Recorte por la línea; en esta pieza un reconocido cirujano plástico venezolano, marcó las áreas del cuerpo de Regina que debían ser intervenidas para lograr un “cuerpo perfecto” según los parámetros estéticos de la sociedad contemporánea occidental.


 (Imagen 8. Regina José Galindo, Recorte por la línea, 2005)

Los discursos mediáticos, promotores de una imagen estereotipada del cuerpo, han creado en el imaginario colectivo un concepto de belleza efímera, que en algunas mujeres provoca frustración y la consecuente transgresión de sus cuerpos. Por un lado, la adicción a las cirugías de mujeres cuyo poder adquisitivo les brinda la posibilidad de financiar sus transformaciones “estéticas” corpóreas y, por el otro, quienes por no contar con recursos económicos pasarán por la desilusión de verse imposibilitadas de cumplir con tal estándar.  
            Entre las obras que proponen una reflexión crítica encaminada a la transgresión del ser femenino, se identifica la pieza conceptual Soy totalmente de hierro de la mexicana Lorena Wolffer, en la que por medio de espectaculares ubicados en diversos puntos de la Ciudad de México, se pretendía hacer una “contracampaña” para cuestionar el estereotipo femenino propuesto en la campaña publicitaria de la tienda departamental El Palacio de Hierro, titulada “Soy Totalmente Palacio”. Dichos espectaculares se exhibieron del 1 de julio al 30 de agosto de 2000. En palabras de Wolffer:


“Las obras se valían de retóricas antagónicas y opuestas a las empleadas en Soy Totalmente Palacio, generando así un espacio "publicitario" alterno, que invitaba al análisis de las intrincadas formas en las que la sociedad —a través de uno de sus medios más contundentes y reveladores— construye y manipula nuestras nociones de feminidad”.[6]

(Imagen 9. Lorena Wolffer, Soy totalmente de hierro, 2000)

En la obra anterior se trabaja a partir de un concepto y metáforas de la imagen del cuerpo femenino mediante un modelo publicitario común, que en este caso nos propone en forma paradójica la crítica y reflexión hacia los estereotipos de la mercadotecnia y la publicidad.
            En este recorrido de obras artísticas latinoamericanas, cabe mencionar la pieza Vitrina (1989), de la colombiana María Teresa Hincapié. Para realizar esta acción, la artista se colocó detrás de una vitrina y escribió con lápiz labial algunas frases alusivas a la condición de la mujer como objeto de consumo; de esta manera, mostró su postura crítica y llevó a cabo una reflexión directa de la relación entre la codependencia femenina y el modelo hegemónico de belleza. 


(Imagen 10. María Teresa Hincapié, Vitrina, 1989)

En cuanto a esta crítica de la concepción femenina en la sociedad y la cultura occidental, dominada por el falocentrismo y por la ideología judeocristiana, se alude también al trabajo de la artista mexicana Katia Tirado. Respecto de su desarrollo creativo, Tirado argumenta:

“Mi cuerpo es mi primer espacio de autonomía y formación, es un arma que me permite tener la confrontación con el exterior que me da la cualidad que necesito para esa confrontación, el cuerpo es un tabú en nuestra sociedad, yo crecí revelándome ante esa realidad, ante ese misterio artificial que se crea a partir del cuerpo”.[7]

En 1995, Katia Tirado llevó a cabo el performance Exhivilización o Las perras en celo-Nichos públicos, en el que se representó la condición de competencia entre mujeres para ser elegidas por el hombre.     Dos mujeres pelearon en un ring, los postes que sostenían las cuerdas eran figuras en formas de falo. Mientras se desarrollaba dicha pelea, proyectaron diapositivas con imágenes que exhibían la entrepierna de la artista, donde se mostraban diversos objetos que colgaban del clítoris. En esta pieza se contrastó el doble discurso que hizo evidente la paradoja existente entre lo pornográfico como uso mayoritariamente masculino y la propuesta de exhibición del órgano femenino en un contexto artístico. En la analogía entre la industria pornográfica y una sociedad en la que predominan las ideas misóginas existe una interesante similitud en cuanto a que, en ambas, el cuerpo femenino responde fundamentalmente a las pulsiones y fantasías masculinas. De acuerdo con el filósofo Gilles Lipovetsky (2007), en la pornografía la mujer posee una actitud indiferente y, en muchas ocasiones, parte de la humillación y agresión de género; la imagen femenina se reduce únicamente a ser un objeto de placer: “Metamorfoseándose en máquina sexual eficaz y superactiva, rápida y presta a los cambios de partenaire[8], en la pornografía, la mujer no existe, ella no es más que el doble de la sexualidad masculina y de sus fantasías instrumentales” (Lipovetsky, 2007:42).


(Imagen 11. Katia Tirado. Exhivilización o Las perras en celo-Nichos públicos, 1995)

En este tipo de manifestaciones artísticas, entendemos la resistencia como “La puesta en marcha de una estrategia deconstructiva basada en nuestro posicionamiento aquí y ahora como sujetos integrados en un entorno de significados culturales y disciplinas sociales” (Foster, 2001:107). Este arte corpóreo llevado a cabo por mujeres, se ha caracterizado por la inclusión de nuevos actores sociales y problemáticas, como las diferencias sexuales y de género, las relaciones de poder, entre otras, que despiertan el interés hacia un cambio de posición y función de artista y espectador. Un buen ejemplo donde se conjuga la participación activa del público es el trabajo del colectivo mexicano Madre Araña,[9] con la pieza Cotidianidad (2010), en la cual se involucra al espectador en una dinámica grupal, que hace a las mujeres partícipes de una experiencia de vida que alude a la reflexión y crítica de su condición femenina.

(Imagen 12. Colectivo Madre Araña. Cotidianidad, 2010)

En esta intervención del espacio público, el colectivo invitó a diversas mujeres a desnudar sus cuerpos y etiquetarlos con un código de barras que contenía la leyenda “Chopo Marca Registrada (MR)”, haciendo alusión al lugar donde se llevó a cabo dicha experiencia,[10] evidenciando también una crítica hacia la globalización mediatizada de la sociedad consumista y capitalista. Cabe destacar que en dicha pieza se utilizó el registro fotográfico para apoyar la reflexión hacia los cánones de belleza establecidos.
Las obras artísticas presentadas a lo largo de esta ponencia son muestra del trabajo realizado por mujeres en Latinoamérica en respuesta a la violencia física, psicológica y emocional que se ejerce al ser femenino. Esta resistencia desde el arte, se ha hecho a propósito de que cada día es más común, en diferentes partes del mundo, que las mujeres sufran las consecuencias graves de perseguir una idea distorsionada de la belleza: trastornos psicológicos, físicos y alimenticios. En diversas ocasiones, la utilización recurrente de medicamentos estéticos y la adicción a las cirugías plásticas son respaldas y promovidas por los discursos mediáticos y mercadológicos.
            Así pues, con este recorrido por las obras de diversas artistas, se han podido evidenciar mecanismos artísticos que no reproducen lo ya establecido ni la ideología de organizaciones políticas y parámetros publicitarios, sino propuestas de discursos estéticos de resistencia ante la problemática social de la transgresión del cuerpo femenino  promovida por las culturas contemporáneas.

Bibliografía

  1. ECHEVERRÍ, Ana María (2003). Arte y cuerpo. El cuerpo como objeto del arte contemporáneo. México. Porrúa.
  2. FOSTER, Hal (2001). “Recodificaciones: Hacia una noción de lo político en el arte contemporáneo” en Paloma Blanco (comp.) Modos de hacer. Arte crítico, esfera pública y acción directa. España. Universidad de Salamanca.
  3. GUACH, Ana María (2000). El arte último del siglo xx: del postminimalismo a lo multicultural. España. Ed. Alianza.
  4. LIPOVETSKY, Gilles (2007). La tercera mujer. España. Ed. Anagrama.
  5. REBOUL, Olivier (1986). Lenguaje e ideología. México. Fondo de Cultura
Económica.
  1. SÁNCHEZ, Graciela (2011). “Las prácticas lúdicas infantiles, un acercamiento al sistema semiótico-cultural de los muñecos” en Julieta Haidar y Graciela Sánchez Guevara (comp.) La arquitectura del sentido II. La producción y reproducción en las prácticas semiótico-discursivas. México. Instituto Nacional de Antropología e Historia.


[1]  Entre las cirugías a las que se ha sometido Jackson, se encuentran: liftings, rinoplastia, liposucción, aumento de pecho, peelings, tratamientos de oxígeno facial, botox, implante de pómulos, reducción de mandíbula,  rellenos de colágeno, microdermoabrasión, mesoterapia y maquillaje permanente de labios y párpados, cirugías de párpados, implante en el labio inferior, remoción quirúrgica de venas faciales, de lunares, odontología cosmética y blanqueamiento láser.
[2]Fragmento de “Autobiografía de Cindy Jackson.” Disponible en http://www.cindyjackson.com/bio/info_11.html.  Con acceso el lunes 22 de agosto de 2011.
[3] La secuencia completa de la pieza Antropología del cuerpo moderno (1999) y un artículo del trabajo de  la artista Marianna Dellekamp se pueden consultar en: http://clon.uam.mx/cyberzine/5/constru/dellek.html.
[4] Osvaldo Sánchez, Catálogo de la pieza Antropología del cuerpo moderno (1999), Conaculta- Fonca.
[5]Testimonio de Jessica Lagunas, disponible en http://www.rj-studio.com/jessica/source/besartemejor.htm. Con fecha de acceso el miércoles 1 de marzo de 2011.
[6] Testimonio Lorena Wolffer, disponible en http://www.lorenawolffer.net/dossier/00home.html. Con fecha de acceso el miércoles 2 de febrero de 2011.
[7] Entrevista a Katia Tirado en el video “Las siete nuevas artes: performance,”, TV UNAM (2005-2006).
[8] Voz francesa que significa compañero, acompañante.
[9] Este colectivo está integrado por las artistas Esmeralda Pérez González (Tamiz) y Ruth Vigueras Bravo. 
[10] La intervención se llevó a cabo en el Tianguis Cultural del Chopo, México Distrito Federal.